domingo, 28 de marzo de 2010

Sin título

Cuando un poeta vive,
vive como todos,
su casa no es distinta
ni es distinta su mesa
ni su sangre.

Cuando un poeta habla,
no habla como todos:
habla soles

..............ciénagas

.........flequillos

..ecuaciones de tres incógnitas

...uñas

.........ausencia

...amor

.....hojas que caen

................nacimientos

.......y

miradas intensas azul zafiro

......................o Mare Nostrum.

Escudriña el mundo, disecciona, desperdiga.

Cuando ese poeta muere,
muere como todos,
su tumba no es distinta
ni es distinto su nicho
ni la pena.

Pero sus palabras blancas
murmuran al rozar la orilla
salada de la noche.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Sin título

Me gustaría poderlo todo,
horadar la tierra de parte a parte,
curándole la vista a los topos del camino
como una diosa atea,
y abrazar de una sola vez
todas las raíces y las copas de los árboles
de este frondoso mundo.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Al negrito de la taza



No miraré esos ojos de adulto
ni esos dientes de leche fermentados
por el hongo del hambre que masticas,
mientras tragas el aire que la pasividad te dona.

Yo no sé a qué sabe tu dolor
ni imagino a qué huele esa piel envejecida.
Sé que el futuro se derrite en tu boca,
dentro de esas mejillas que escoriaron
con sus puntas tus huesos evidentes.

Yo podría llenarte la taza sin esfuerzo,
pero en mi mundo no estás tú.
Aquí no precisamos de amuletos para
ahuyentar a saltos los espíritus del mal.
Aquí convivimos en armonía con las hienas.

Si te quedaran fuerzas, podrías huir de tu infortunio,
correr como la pólvora a esta tierra de llorones,
de blancos grasos y orondos, hartos de todo,
en tu ancestral rito de iniciación a la vida.

Si te quedaran fuerzas y el mar no te tragara.

Pero ya no tienes esas piernas de guepardo
que tus antepasados exhibieran con bravura.
Ya no tienes ni conciencia de ser hombre.
Ya no puedes ni andar, de tan delgado.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Zíngaro acordeonista (2003)

Sueño que un día
cuando saco el trapo
para limpiar el polvo de tu memoria
n o t e n g o m i e d o

Y entonces, nota a nota,
a golpe de fuelle y tecla,
de tu acordeón relicario germina
la melodía más dulce del mundo.

Sonríen los compases,
se animan los silencios
danzan corcheas y fusas
y todos juntos reciben,
con un gran ramo de polkas,
a la poesía.

Entonces yo canto en verso
lo que nunca pude decirte
pues no había palabras,
ni notas.

Eso sucederá algún día.
Pero aún hoy
cuando trato de leer tu nombre
en un pentagrama sordo
t i e m b l o.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Carrera sin rumbo

En esos días en que el sol se me escurre entre los dedos,
las horas se congelan y oscurecen
y el negro se abre espacio entre las nubes.
En esos días en que languidece el rojo de los hombres,
y una guadaña de hielo sesga
la belleza del paisaje de los versos.
En esos días que habito el vacío más hondo del armario,

donde los floristas lloran,
y siento dolor en el hueco sin pilas de mi espalda.
En esos días en que no miro qué me sigue y corro,
corro con carbón sin rumbo, y sin saber sigo corriendo.

En esos días... qué idiota soy. Es el futuro quien no logra alcanzarme.

jueves, 8 de octubre de 2009

Encuentro matinal

Cuando te encuentro
dormido en el sofá,
a tus casi dieciocho, aún
quiero emplear mi tiempo
en contar tus células

una

a

una

sólo por el placer de mirarte
repetidamente
constantemente
obstinadamente
febrilmente.
Pero, un día más,
he de irme, hijo.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Despertar

Inspirado en Frantic, para contárselo a Frantic.

Hoy me he sorprendido, a plena luz del día, al ver
llover estrellas cayendo en espiral. Había en
los balcones gorriones de colores con lunas
en las alas, y un pez quemando escamas con llamas
de mechero, guiñándole a tu boca.
Mi almohada, deslucida, olía a madera nueva,
a tierra removida mojada de rocío. El té
del desayuno, a roca enverdecida. Y el beso que
te he dado -aunque no lo supieras- olía a clavos
de acero con los que apuntalar.
Escuché caracolas susurrando canciones sobre
anémonas de plata, que sólo se perciben
si conoces tu voz. Cantaron con dulzura tus
eses salivares sobre mis labios secos -pincel de
semillas- y vi brotar en ellos el trigo y las castañas
como en un campo regado de orgasmos y de sol.
Me he tragado la mañana -qué sueño delirante- y
al acariciar mi lengua, te he paladeado a ti.
Dirás que tú no estabas, que mira que imagino,
que tengo los sentidos bailando con las nubes
en un cielo ambulante, sin rumbo establecido, sin orden
ni concierto, más bien desconcertados.
Bendito disparate. Qué bello es el amor.

domingo, 16 de agosto de 2009

Flores rojas

Para Frantic, mi amor. Que siempre nos sonría la vida.

A veces la vida te da un sombrero blanco
de flores rojas y una guitarra,
y cantas y bailas, y ríes por todo
como una idiota.
Otras veces la vida te da humo, otras veces la espalda.
La vida tiene por días baldosas sueltas,
donde tropiezas y te lesionas y te levantas;
a veces te da sorpresas, a veces te da una daga
y tú la chupas, y sangra la boca entera,
hasta los ojos, hasta el ombligo,
todo te sangra.
A veces lleva la vida un candado grueso
en toda su entrada, y a veces te da una llave
que no funciona y que tú no cambias
porque estás harta.
A veces te crece un árbol que no da sombra
o maldiciones en los bolsillos que tú conservas,
como un tesoro, sin conocerlas;
a veces tú te despistas, le das la mano como un colega
y te la machaca.
A veces… a veces pinta unos ojos verde esperanza
que te hipnotizan, y titubeas, te ralentizas,
y ahí es donde te besa la vida;
entonces la vida te arropa, entonces la vida te riega,
entonces la vida te da el sombrero blanco
de flores rojas y una guitarra,
y cantas y bailas, y ríes por todo
como una idiota.

lunes, 20 de julio de 2009

Necrofilia Sentimental

Para Isa


Cada atardecer le coses el dobladillo a un beso
para hilvanar tu amor con hilos de dulzura,
le das forma de muerte al traje de la vida
planchando suspiros, almidonando tus vivencias.

Yo no quería que ella se fuera , susurras,
y partió de velas azabache, sin aviso ni candil
donde recoger la cera durante meses ablandada


Cada anochecer sueñas que riegas las nostalgias,
que despojas el futuro de hojas secas,
que la planta no ha muerto, que la savia corre
y crecen nuevos, los sentimientos verdes.

Doblas cada día un manto de flores de plástico
en el ropero alcanforado que creaste.
Y huele agrio, emputecido, como leche de murciélago.
Suena a cimbrar de vientre de una mora condenada.

Gritas orgasmos sin retorno,
enamorada del ayer, del pan ácimo,
de un agujero negro, vacío de almas
donde apenas caben los recuerdos.

Pero tu corazón late como el mío,
con la misma frecuencia, aunque te duela,
aunque se oxide, aunque esté roto.
Sigues latiendo a ritmo de vida, como todas.

Mi niño de azúcar

El tiempo me devuelve postales
de cada instante de tu vida,
arrebujando tus Picachu entre mis labios
meciendo el madurar de tus consolas
amamantándolas con algodón dulce.
Pasaron muchos eclipses desde entonces,
cada aliento te veo más alto
y ahora es tu rama quien me abraza,
mis raíces no abarcan tu contorno.
Tanto es el amor apuntalado
que sustenta la orilla de tu cuerpo
y el blanco de la espuma de mi sangre.
Mi niño de azúcar,
no hay musa que me inspire
al verte acelerar hacia las vallas
donde se paga un peaje por vivir.
No hay duende, semántica o sintaxis,
sólo una interjección de miedo, orgullo
y alegre tristeza.
Ya alcanzas la piñata con las manos,
toma todos los regalos:
has crecido.

Sepia

Esta mañana,
cuando un operario barría
las hojas secas
y las almacenaba en cubos,
me pregunté:

¿Dónde las llevan?
¿Dónde quiere esconder
la ciudad al otoño?


Después,
robé un puñado
y las esparcí por mi casa.

Juraría que tu foto me sonrió.

Confusión

Llevo tiempo admirándote

y hoy no te reconozco.

Hoy, enfadada, me escupes a

la cara con tu espuma blanca,

mareas mi mirada con tus olas

en todas direcciones,

alejas windsurfistas a la velocidad del viento.

Hoy he vuelto de ti con

la cara quemada, cuajada

de ampollas, los ojos salados y

un viento amargado perforando el oído.

Hoy no distinguía los barcos, de

tantos estandartes. No veía el sol,

de tanta nube gruesa.

Hoy te imaginaba reflejada

en las rocas, y en cada envite las olas

se me llevaban, del recuerdo, un beso.

Hoy busco el trozo de orilla donde

se imprimió mi espalda, para que mi

casi sangre fluya dulcemente

… y mueras. Sin honores. En mi falda.

Cádiz

¿Lo sabías?

No es una antorcha
ni un ejército de luciérnagas
ni el reflejo del sol en el hielo
ni una linterna inmensa
ni siquiera el brillo de tus lágrimas.

Es Cádiz.
Cádiz ilumina el mundo.

Silencio

Cómo decirte
que todo ha terminado
que ni ya ni el mar me recuerda a ti,
y tu ausencia no me llena
cuando la siento presente.

Cómo decirte,
el azul es más bonito que el negro
pero no lo cubre.
Que si hoy pienso en nuestra historia,
maldigo ese sueño caducado
que ayer mismo bendecimos.

Como decirte
qué estás muy fuera, ya no Dentro de mí
-maldito Lerner-,
y que, no te importe, en algún punto
estas almas se han des-vinculado,
des-animado,
des-membrado
destrozado.

Cómo mengua la vida,
qué poco dura lo eterno.

Te diría, te preguntaría:
¿Has oído, alguna vez,
el sonido de nuestras lágrimas
cuando ruedan?
Ya el amor no gira en torno al nosotros,
la cadencia se ha roto
y nuestros cuerpos paralelos
son el suicidio de los sentimientos.
El eje de tu torso
cae al pozo de la desesperanza.
Nuestra geometría
no es tan dulce.

Te diría tantas cosas esta tarde
-si pudiera-
que sólo puedo servirte, bien frío, el silencio.

Parábola

Dios, en su omnisciencia, se equivoca.
No siempre se recoge lo que se siembra
si lo que se siembra es lo que una quiere.
Yo sé más que Dios sobre esas cosas
pero eso no me sirve de consuelo.

A Carlos

Aire helado
Lazos rojos
Reuniones, palmas, Villancico de Gloria,
a la luz de una copa de vino
Tiendas cerradas, noche clara
Cielo despejado, estrellas, luna
Lucecitas abrazan las palmeras
Perros que ladran
Llanto sordo
Guitarras, zambombas, panderetas
Hojas caídas, revueltas en el suelo
Decenas de mensajes en el móvil
Navidad
Soledad
Mucho silencio
Confusión, mareo, niebla oscura
Pestiños, pavo, cava y fino
Flores blancas
Triste respuesta a días de espera

La noche de tu muerte (ahora recuerdo)
Era, no obstante, tan bella…

Un impulso

He resuelto, de súbito,
que ya está bien de tonterías,
que voy plantarme ante la vida
y le voy a decir que es preciosa
que la amo,
que huele bien,
que sueño flotar en sus colores
y que ya me he cansado
de recitar estupideces
sobre lo fría que es la ausencia
y lo negro que es el pozo.

Así que, hoy,
compondré algo sobre las flores rojas de otoño,
sobre los charcos marrones de patio de colegio,
sobre la risa azul Alberto al ver Los Simpson,
sobre el algodón blanco de las gasas
que cubre las pústulas moradas
y sobre ungüento anaranjado que las sana.

Y lo voy a cantar sin más, sin florituras,
sin recursos conscientes,
sin estructura, sin medidas, sin rimas,
sin arte mayor ni menor, ni alejandrinos,
sin reflexión ni meditación, sin tino alguno.

sólo sintiendo.

Ni más ni menos que sintiendo.

El niño de la guerra

Un cosmos de hambre
para una pestaña de pan.

Alimentado de dardos
roto de espuma,
muerto.

Una bandera desconocida
-a quién le importa-

Infamias, dolor, fanatismo,
escarmiento de hienas
y dulzura.

Sus ojos profundos
sin flores
me hablan
de ese granizo helado
que no se derretía nunca.

De esa sábana roja.

De esa paloma estéril.

De una mano, una manga,
una partida perdida.

Pero sonríen, dulces.

Retrospección

En estas coordenadas de la vida
en esta columna, en esta fila,
en este preciso instante
sólo puede ver la luna
reflejada como un fantasma
en el espejo retrovisor de su automóvil.

Y si mira hacia atrás, se estrella.

Frío

Ha sido un día distinto.

No dio tiempo para pensar.

Después del frío intenso del amanecer,
de las prisas vestidas de cansancio,
del “no me encuentro bien”,
de sentirme invisible
y de la falta de abrigo;
ella o él
decidió que no era momento de ser
y se escapó de golpe
atravesando el centro de mí misma.

Se fue porque no tuve valor para echarle
ni para celebrar su llegada.

Se fue porque también se sentía invisible.

Ahora sé que la vida sigue.
No sé lo que siento. No sé lo que quiero.
No sé qué maldigo.

Ahora, como siempre que estoy sola,
tengo frío y estoy cansada.
Intento apoyarme en quicios invisibles
que ya no están.
Intento arroparme con lanas invisibles
que no abrigan.

Pasará el tiempo,
Imaginaré su rostro sonrosado,
su pelo sudoroso tras los juegos,
sus notas del colegio, sus amigos,
sus dibujos, su deporte favorito
su voz, sus canciones, su sonrisa.
Su sexo, su nombre.
Su cariño.

Olvidaré estos meses en los que apenas nos hablamos.

Volveré a vivir al límite,
volveré a retar a la vida, viviéndola,
volveré a amar como una niña.
Volveré a buscar el mar
en unos ojos.

Cual caballo de Atila,
volveré a quemar la hierba
allá por donde pase.

Y aún llegarán más días distintos.